miércoles, 12 de agosto de 2015

Masueco, Pereña y Pozo Airón

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Características

  • Tipo: lineal
  • Dificultad: Media
  • Señalización: buena
  • Sendero : Gr 14
  • Distancia: unos 22 kilómetros
  • Alternativa: Sin subir a la ermita 13 km.


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Parque Natural de los Arribes del Duero

Paseo Geológico por Salamanca

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  La población de Pereña de la Ribera, conocida por la calidad de sus vinos y de sus quesos, se erige próxima a su viejo castro y a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, desde donde se contemplan los farallones de los recodos del río Duero, en uno de los más grandiosos precipicios sobre los arribes. Dentro del casar sobresale la iglesia gótica, del siglo XV, y un arco de piedra que da acceso a la plaza. El paseo por las callejuelas de Pereña de la Ribera, en torno a la Iglesia de Santa María, permite al viajero descubrir la cultura vitivinícola del municipio a partir de sus típicas bodegas.

La Ermita de Nuestra Señora del Castillo y el Castro

 

Según narra la tradición, un pastor que estaba cuidando su ganado en este monte pidió a la Virgen ayuda para calmar su sed. A esta petición respondió la Virgen haciendo manar una milagrosa fuente, la Fuente Santa, de asombrosos poderes curativos; y transmitió al pastor el siguiente mensaje:

“Marcha pastor humilde al lugar de Pereña y di a sus devotos moradores, cómo en el cubo de medio del castillo hai un retrato mío, que le dexaron los christianos quando salieron oprimidos del rigor de los tiranos, y que es mi voluntad, que se coloque en medio de la plaza, que hace aquel elevado cerro, pues, es el sitio, donde estuvo antiguamente el templo, en donde me tributaron adoraciones.”

     El pueblo de Pereña de la Ribera encontró en el castro, quinientos años más tarde, en una pequeña cueva bajo el cubo del castillo, la imagen de Nuestra Señora, que había sido escondida durante el asedio de los árabes a Pereña de la Ribera en el siglo VII. Junto a ella se encontraron dos hachas encendidas y una piedra blanca a sus pies. Siglos después, construyéndose la actual ermita, el día 14 de mayo de 1.721, se rompió la piedra blanca encontrada junto a la Virgen y surgió de sus entrañas una hermosa y perfecta imagen de la Virgen del Castillo.

    

      La Casa del Ermitaño, anexa a la ermita, se construyó en 1.772 con la ayuda de los vecinos de la población, limosnas y ofrendas a la virgen. En ella vivía un ermitaño encargado de mantener la ermita y tener siempre encendida una lámpara de aceite.

     

     Los hallazgos encontrados confirman que el paraje estuvo poblado desde épocas anteriores a la construcción del castro, aunque fue durante la etapa vetona, en la Edad del Hierro, como ocurre en los muchos castros de la región –Bermellar, Saldeana, Yecla de Yeltes, Lumbrales, etc.- cuando el poblado se amuralló.

   

  De la ocupación romana del castro dan testimonio las estelas funerarias encontradas. Una de ellas puede verse, reutilizada, embutida en la pared de la Casa del Ermitaño -estela funeraria dedicada a Fausta y Placidina, muertas ambas a la edad de 60 años-

El Pozo de los Humos

     El Pozo de los Humos es un sorprendente enclave dentro del Parque Natural de los Arribes del Duero. Las aguas del río Uces, en su descenso hacia el río Duero, salvan un gran desnivel en este punto dando vida a una espectacular cascada de 50 metros de altura, y marcan el límite municipal entre las localidades de Pereña de la Ribera, que se encuentra en la margen derecha del río, y Masueco, en la margen izquierda.

     Miguel de Unamuno, asombrado por el agreste paraje que descubrió al ver la cascada del río Uces, escribió en su obra Por tierras de Portugal y España:

“… es una de las hermosas caídas de agua, ésta que puede verse entre aquellos adustos tajos. Divídese la cascada mayor en dos cuerpos, debido al saliente de la roca, y va a perderse en un remanso de donde surge el vapor de agua pulverizada por el golpe, que le ha valido al paraje el nombre de los Humos… ¡Los siglos de siglos que habrá necesitado el agua para excavar tales tajos y reducir semejantes cascadas!…”

     El saliente de roca al que alude Unamuno divide el torrente de agua en su caída en dos cuerpos o cascadas. Una recibe el nombre de Pozo de las Vacas, atribuido por la leyenda que habla del despeño, en ese punto, de un carro tirado por vacas que transportaba trigo a un molino próximo. Esta cascada discurre por la parte derecha de la otra, Pozo de los Humos, que da nombre a este conocido enclave.

 

     En las proximidades del Pozo de los Humos podemos ver también la modesta pero espectacular cascada del Regato de la Cribera, que surge de la penillanura y se despeña, aproximadamente 300 metros, por la empinada ladera del arribe hasta el río Uces.

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