domingo, 25 de octubre de 2015

San Gregorio – Castañar del Tiemblo

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El Castañar de El Tiemblo
"El bosque mágico de los cuentos "

 

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La senda de San Gregorio, al Castañar del Tiemblo

Uno de los bosques más bellos de castaños en Europa está en El Tiemblo. En la abulense Reserva Natural del Valle de Iruelas se encuentra un inmenso castañar colmado de majestuosos ejemplares de castaños que se funden con robles, alisedas, avellanos, pinos y acebos. Una senda que nos sumerge en un soñado bosque de colosos que resulta casi exclusivo en su especie.

clip_image001Parece impensable que a tan solo 45 kilómetros de Ávila se encuentre un bosque de fábula, donde se podrían recrear miles de leyendas entre sendas cuajadas de castaños. En él, los espigados ejemplares se alzan solemnes, casi rozando el cielo de la increíble reserva natural, ubicada en estas antiguas tierras castellanas. Antes de comenzar la ruta merece la pena un paseo por la localidad de El Tiemblo para visitar la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, curiosa por su torre del siglo XV y por no estar concluida, ya que casi todos

los canteros de la época fueron reclutados para trabajar en el Monasterio de El Escorial. También es interesante la barroca ermita de San Antonio de Padua, una de las primeras dedicadas al santo, que es el patrón de El Tiemblo.

Tampoco hay que perderse los Hornos de las Tinajas, de principios del siglo XIX, que fueron construidos para cubrir la gran demanda existente en la época, cuando Carlos III autorizó la plantación de viñedos con el objetivo de acabar con el paro. Al parecer son exclusivos en la provincia de Ávila, donde se levantaron al menos cinco hornos. Tras un breve paseo por El Tiemblo, nos encaminamos de nuevo hacia la gran rotonda, la última antes de la salida a la carretera, donde nos desviamos a la derecha para encontrar fácilmente la indicación hacia la Senda del Castañar. Cruzamos la urbanización Buenavista y, a la salida, aparcamos el coche y empezamos la ruta.

La subida es suave por una pista ancha y cómoda, de unos siete kilómetros de longitud. Durante el ascenso disfrutamos a nuestra derecha de un magnífico bosque de pino resinero, donde pastan las famosas reses de Ávila, y a la izquierda, de la espectacular panorámica de la garganta del Yedra, siempre acompañados por las melodías de las muchas colonias de aves que viven en el pinar. El inicio es de asfalto, pero enseguida, casi a la altura del encantador paraje donde se alza el monumento dedicado a Félix Rodríguez de la Fuente, empieza la pista de tierra.

El naturalista rodó en este paraje documentales sobre el buitre negro, una impresionante rapaz en vías de extinción, aunque afortunadamente en esta zona habitan aún unas setenta parejas. Ascender por esta pista forestal es una delicia. Al final, después de algo más de siete kilómetros, llegamos al puente de piedra para

cruzar el arroyo de la Garganta, por el que entramos en el área recreativa El Regajo, una pradera perfecta para descansar de la subida y reponer fuerzas antes de adentrarnos en la Senda del Castañar.

Una arboleda de fantasía

A la derecha de la zona recreativa de El Regajo, en una ligera bajada cruzamos el pequeño puente de madera que nos adentra en la Senda del Castañar, un espléndido vergel de árboles y agua. Iniciamos la senda en paralelo al arroyo del Castañar, donde en la entrada existe un joven robledal, y, nada más superarlo, empezamos a contemplar abedules, cerezos silvestres y avellanos.

El camino asciende ligeramente y, tras unos metros, comenzamos a ver el majestuoso bosque de esbeltos y longevos castaños, que se alzan infinitos hacia el cielo. Mientras bordeamos el monte con desniveles suaves, llegamos a la fuente de los Cazueleros, donde encontramos una bifurcación y tomamos el camino de la derecha. Descendemos por una suave bajada, para cruzar el pequeño puente de madera sobre el arroyo del Castañar. A partir de aquí continuamos, ahora en subida, entre magníficos ejemplares, pisando una lujosa alfombra de hojas y amenizados por el increíble sonido del silencio.

clip_image003Al final de la pendiente llegamos a una explanada donde el bosque se abre y encontramos a la derecha el acogedor refugio de Majalavilla. El albergue, que casi siempre tiene leña en el exterior para encender su chimenea, está ubicado en un enclave privilegiado, sito en un conveniente cruce de caminos. Al parecer, a mediados del siglo pasado muchos tembleños pasaban largas temporadas en el monte trabajando como pastores, agricultores o madereros, y para que pudieran guarecerse se construyeron seis albergues en lugares estratégicos de la montaña. Este es el más grande y el mejor

conservado, y en su interior tiene pinturas de colores muy vistosos. Dejamos Majalavilla a nuestra derecha y descendemos por el camino hasta encontrar un pino resinero, provocador por su considerable tamaño, bien alimentado por el nutritivo sustrato de la zona, donde los pinos pueden llegar a alcanzar más de 40 metros de altura.

El abuelo del castañar.

Un poco más abajo, a menos de cien metros, llegamos al Abuelo, el coloso de la senda, el señor del bosque, el soberano de savia lenta que reina en esta arboleda. El Abuelo es un castaño monumental de más de 500

años, con 19 metros de altura y más de trece de diámetro. A pesar de estar totalmente hueco, siempre rebrota en los meses de primavera. A su alrededor, a modo de simbólica protección, lo guarda una valla de madera, y un original cartel de la concejalía de Medio Ambiente anima a los visitantes a que lo respeten. Cuentan los mayores del lugar que en su interior se podían resguardar grandes rebaños de cabras. Su tacto, su madera, su ubicación y su inmensidad seducen, sin lugar a dudas, a cualquier visitante

Después de disfrutar del longevo coloso, reanudamos el camino. Entre la arboleda, divisamos a la derecha la garganta de la Yedra, mientras nos adentramos en una de las zonas más solitarias del bosque mágico. Estamos en un área deliciosa por su frondosidad y por el tintineo del agua del arroyo. Su sonido y sus continuos saltos de agua embelesan al caminante y casi invitan a bajar al margen del río, que tiene un agua tan limpia que lo convierte en un paraíso para truchas y nutrias. Aquí los centenarios castaños se mezclan con los robles y forman un increíble contraste de colores y texturas. Guiados por el Yedra, llegamos a la plácida pradera de Garrido, donde el bosque se abre.

Muy codiciado por los romanos.

En la llanura encontramos una bifurcación y tomamos el camino de la izquierda, donde, después de atravesar un pequeño rebollar, llegamos al paraje conocido como el Castañar del Resecadal. Este rincón está cuajado de robustos troncos, de copas amplias y redondeadas, que acumulan en sus inmensos pies sus frutos, envueltos por unas cúpulas espinosas en forma de globo. Estos gigantes tienen una edad media de 150 años, aunque hay ejemplares que pueden vivir hasta un millar de años. A través de la historia, el castaño ha sido un árbol muy cotizado, sobre todo en la época de los romanos, que le dieron gran importancia como alimento para los ciudadanos y las tropas, por lo que se cree que promovieron su plantación y distribución.

Mientras subimos, tenemos una atractiva panorámica del macizo de Gredos y de la garganta de la Yedra. En esta parte del sotobosque, gracias a la excelente calidad de la tierra, conviven con el castaño saúcos, fresnos, cerezos silvestres, olmos, acebos, avellanos y majuelos, toda una tentación para ardillas, jabalíes, jinetas o corzos. Algo más adelante encontramos el castaño Codao, singular por un viejo tronco central que, aunque ya muerto, genera rebrotes que crecen con fuerza.

Desde aquí empezamos el descenso por un camino sinuoso y con gran pendiente, donde llaman la atención las enormes rocas graníticas que salpican las márgenes del sendero. Continuando por la pista, salimos a otra bifurcación donde continuamos, por la derecha, hasta llegar al puente por el que entramos a la Senda del Castañar. Tras cruzar de nuevo el puente, salimos al área de El Regajo y comenzamos el descenso de unos siete kilómetros hasta El Tiemblo.

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La actividad de Senderismo es gratuita, el único importe a abonar es en concepto de desplazamiento.

"El Club de Senderismo Santa Marta K-mina comunica a sus socios y participantes en las actividades programadas que tanto el club como los organizadores no asumen ninguna responsabilidad en caso de accidente. Los socios y participantes actúan bajo su exclusiva responsabilidad y cualquier gasto que se ocasione ante algún accidente o evacuación, es cargo exclusivo del excursionista, recomendando a todos los socios y participantes la posesión de la Licencia Federativa, cuyo seguro cubre estos riesgos. El hecho de asistir a las salidas presupone la aceptación de esta cláusula. Quienes no la acepten, se abstengan de realizar dichas actividades."

jueves, 1 de octubre de 2015

Faedo de Ciñera

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Características

  • Tipo: Ida y vuelta
  • Dificultad: Baja
  • Señalización: Señalizada
  • Distancia: unos 5 kilómetros
  • Desnivel acumulado 300 m

 

EL FAEDO DE CIÑERA

El Faedo de Ciñera es un pequeño bosque formado fundamentalmente por hayas situado en la localidad de Ciñera de Gordón, municipio de La Pola de Gordón, en la provincia de León. Se engloba dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, y ha sido reconocido como el Mejor Bosque de España en 20081 por el Ministerio de Medio Ambiente y la entidad Bosques Sin Fronteras, por su cuidado y preservación de la naturaleza íntegra y en especial por la implicación de los propios vecinos en su conservación.

Esta ruta comienza en la localidad de Ciñera de Gordón (León), situada en la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, en el curso alto del Bernesga. Llegamos a Ciñera a través de la N-630. Una vez atravesado el pueblo y su plaza, nos dirigimos por el Paseo del Faedo hacia el cementerio, donde comienza un camino de tierra prácticamente llano que nos lleva en dirección Este a una “boca mina” situada a la derecha del camino. Se trata de una antigua entrada a una mina de carbón hoy abandonada, que se ha acondicionado como museo donde se muestran herramientas que los mineros empleaban en las galerías.  La minería tuvo gran importancia en la comarca de Gordón desde mediados del siglo XIX, aunque hoy está en decadencia.

Más adelante, llegamos hasta una casa abandonada. El camino desciende ligeramente hacia la izquierda y nos encontramos con un puente de piedra de un solo arco sobre el Arroyo Villar. El sendero se vuelve más rocoso e irregular.

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Una vez superado el puente de piedra, aparece a nuestra derecha una explanada acondicionada como área recreativa con bancos y mesas de merendero, a la que se accede cruzando el arroyo por pequeños puentes de madera. Podemos disfrutar de las vistas de las laderas de las montañas que forman el valle.

Siguiendo el sendero, llegamos en poco tiempo al Faedo (Hayedo), señalizado mediante carteles informativos que narran leyendas de brujas y hadas. Atravesando un prado y más adelante, a través de otro puente de madera, nos internamos en el bosque de hayas guiados por el sendero.

El Faedo de Ciñera es un bosque donde predominan las hayas centenarias de hasta 30 metros de altura. Tiene un estado de conservación excelente aunque es muy frágil. En primavera y otoño este frondoso y enigmático hayedo adquiere su mayor belleza y colorido.

El Faedo fue declarado en 2007 el "Bosque mejor cuidado de España", por el Ministerio de Medio Ambiente y la O.N.G "Bosques sin fronteras".

En el corazón del bosque, atravesado por el Arroyo del Villar, descubrimos una de las hayas más antiguas, denominada “Fagus”, con una edad estimada de 500 años y más de 6 metros de perímetro en la base. Fagus está catalogada como uno de “los 100 árboles más singulares de España”.

Al final del hayedo, la frondosidad de la vegetación deja paso al roquedal y llegamos hasta otro puente. Después de cruzarlo, la ruta se complica, siendo necesario apoyarse para avanzar entre las rocas. Se trata de las Hoces del Villar, un estrecho desfiladero que comunicaba Ciñera con el pueblo de Villar del Puerto, utilizado antiguamente por los mineros para bajar a las minas de Ciñera de Gordón.

En este punto antiguamente existía un puente de palos que ayudaba a salvar este desfiladero, donde varios mineros perdieron la vida víctimas de los aludes.

Avanzamos a través de la garganta que forma el Arroyo Villar mediante una pasarela de madera y acero enclavada en la roca que sustituyó en 2005 al viejo puente de palos y hoy permite salvar el paso del cañón y disfrutar de sus vistas.

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La pasarela desemboca en una sucesión de torrentes de agua y cascadas que forman pozas o piscinas naturales denominadas “Marmitas de Gigante”, originadas por la caída del agua sobre la roca y la disolución química del lecho de caliza. Aquí termina la ruta del Faedo de Ciñera, aunque existe la posibilidad de prolongarla hasta llegar hasta las poblaciones de Villar del Puerto y La Vid de Gordón, con una distancia total de 11 kilómetros.

Ruta de los calderones

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 Características

  • Tipo: Circular
  • Dificultad: Moderada
  • Señalización: buena
  • Distancia: unos 13  kilómetros
  • Desnivel acumulado 611 m

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Ruta de los Calderones

Comarca: Cuatro Valles - Cantábrica Leonesa

La ruta se inicia en Piedrasecha, para tomar enseguida una vereda casi paralela al río. Destaca una gran roca silícica, muy llamativa por los líquenes amarillentos que la colonizan, es El Serrón. Pronto se llega a la Fuente del Manadero y un poco más allá, la Cueva de las Palomas alberga una sencilla Ermita rupestre que custodia la imagen de Nuestra Señora del Manadero. Su romería se celebra el último domingo de julio, congregando a vecinos de toda la comarca.

Al seguir avanzando, pronto se observa que el río ya no fluye en superficie, sino que su circulación es subterránea, fenómeno característico de los terrenos de naturaleza caliza. Así se cruza todo el desfiladero, con paredes verticales que en algunos puntos casi llegan a tocarse. El camino progresa sobre el antiguo lecho del arroyo, entre cantos rodados y marmitas de gigante. Cuenta un pastor que una vez, una corza perseguida por los perros, saltó de un lado a otro del desfiladero, así de angosto es el paraje.

La ruta termina en una cancilla que separa los terrenos de Piedrasecha de una finca particular. A partir de este punto se puede optar por volver por donde se ha subido o continuar hacia Santas Martas y las Vegas del Palomar.

Al salir de Los Calderones, bosquetes de mostachos, escuernacabras y robles en las laderas, contrastan con las salmueras que acompañan al arroyo, que de nuevo vuelve a discurrir en superficie. Es el Monte de la Ribera, donde antaño se producía cal en los caleares o caleros.Desde Santa Martas, el camino ya sin señalizar, continúa ascendiendo poco a poco para salvar el desnivel hasta el Collado del Fito. El paisaje es completamente diferente y, al ir ganando altura, las vistas se hacen muy hermosas. El último repecho tras el collado, conduce a las Vegas del Palomar, amplia depresión tapizada de pastizales a la que antaño subían los ganados trashumantes. Estos puertos estuvieron arrendados en 1750 al Monasterio de Guadalupe en 3.050 reales.

En la Vega vuelve a hacerse patente la acción del karst, forma de erosión de la caliza por la acción combinada del agua y el CO2 atmosférico, siendo perceptibles grandes hoyos a modo de dolidas o sumideros en toda su extensión.

clip_image006Punto de Interés Geológico.

Los Calderones están considerados como Punto de Interés Geológico, catalogado con el número PIG 35 en el atlas del Medio Natural de la Provincia de León. Las calizas tienen su origen en sedimentos depositados desde hace 360 millones de años, en un antiguo mar que cubría toda la zona. Los diferentes estratos se depositaron horizontales, pero hoy los vemos con distintas inclinaciones e incluso verticales. Por diversos avatares geológicos, estas formaciones fueron plegándose y replegándose, se elevaron, sufrieron fallas y fracturas y se erosionaron por la acción de distintos agentes externos, hasta presentar su aspecto actual. El fuerte repliegue de los estratos en los Calderones, indica que esta zona se encuentra próxima al núcleo de un gran pliegue, sólo visible desde el aire, el sinclinal del Alba.

Pliegue
Hoy, los Calderones muestran un aspecto que no siempre fue así, sino que pueden considerarse el resultado de la acción combinada sobre la caliza, de la fuerza mecánica del agua y de la disolución kárstica. El arroyo de Los Calderones ha ido esculpiendo el desfiladero gracias a la enorme energía que desplegó en época de crecidas, que fueron excavando durante miles de años el valle. Asociado a la acción erosiva del arroyo se manifiesta el karst o disolución de la caliza, potenciando la formación de numerosas simas, cuevas y galerías subterráneas que permiten la filtración del agua y su circulación bajo la superficie. Hoy Los Calderones pueden considerarse un antiguo lecho seco, circulando el agua casi siempre subterránea, aflorando en superficie sólo en puntos concretos.

Santas Martas, un pueblo en la memoria

Tras cruzar Los Calderones, el valle se abre en una amplia vega, donde quedan apenas una cabaña y un redil de piedra. Se trata de Santas Martas. Antaño hubo en este paraje un pueblo con una abadía, a cuya ermita parecen corresponder los restos que aún hoy quedan en pie. Ahora, la vega se aprovecha como pastos de verano para el ganado. Cuenta la tradición que el pueblo entero murió tras comer la caridad dominguera a causa de una “vacaloria o vaquiruela”, que contaminó la masa del pan que se repartía en la misa. La noche anterior, una de las vecinas fue a por agua al arroyo, alumbrada apenas con la luz del candil; al coger el agua, cogió sin darse cuenta la vacaloria (como en la zona son conocidas las salamandras) y, al amasar el pan, lo envenenó. Tan solo se salvó una vieja que, postrada en cama no pudo asistir a misa, siendo la heredera de todos los bienes y terrenos del pueblo. A Santas Martas siempre se llegó por el Collado del Fito, desde Santiago de las Villas o desde los Barrios de Gordón. El paso por Los Calderones se arregló a mediados del siglo XX, dejando una especie de calzada que permitía el tránsito de camionetas, dicen los más viejos que rusas, para una explotación de madera. Hace años hubo una gran tormenta y se originó tal riada, que se llevó por delante todo lo que el hombre quiso controlar. ¡Por algo los de Santas Martas usaban siempre otro camino!

La vida en roqueros y canchales

Dominado por formaciones calizas, este mundo de roca puede, a primera vista parecer inerte. Nada más lejos de la realidad. Paredes verticales a modo de farallones y canchales o derrubios son poblados por comunidades altamente especializadas, que han desarrollado curiosas adaptaciones para sobrevivir en este ambiente hostil. En las gargantas el viento se acelera, provocando un efecto desecante que genera un microclima más seco que el de su entorno.
Entre las paredes verticales anida el Treparriscos. Es una de las aves mejor adaptadas a estos ambientes, rebuscando con su pico largo y curvado entre las griegas y fisuras de la caliza, las larvas e insectos de los que se alimenta. De tono gris ceniciento, despliega toda su belleza al abrir las alas, de un intenso rojo bermellón. Común en estos ambientes es la Apolo, una de las mariposas de montaña más llamativas, gracias a sus ocelos rojizos y negros, muy vistosos sobre las alas blancas.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Masueco, Pereña y Pozo Airón

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Características

  • Tipo: lineal
  • Dificultad: Media
  • Señalización: buena
  • Sendero : Gr 14
  • Distancia: unos 22 kilómetros
  • Alternativa: Sin subir a la ermita 13 km.


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Parque Natural de los Arribes del Duero

Paseo Geológico por Salamanca

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  La población de Pereña de la Ribera, conocida por la calidad de sus vinos y de sus quesos, se erige próxima a su viejo castro y a la ermita de Nuestra Señora del Castillo, desde donde se contemplan los farallones de los recodos del río Duero, en uno de los más grandiosos precipicios sobre los arribes. Dentro del casar sobresale la iglesia gótica, del siglo XV, y un arco de piedra que da acceso a la plaza. El paseo por las callejuelas de Pereña de la Ribera, en torno a la Iglesia de Santa María, permite al viajero descubrir la cultura vitivinícola del municipio a partir de sus típicas bodegas.

La Ermita de Nuestra Señora del Castillo y el Castro

 

Según narra la tradición, un pastor que estaba cuidando su ganado en este monte pidió a la Virgen ayuda para calmar su sed. A esta petición respondió la Virgen haciendo manar una milagrosa fuente, la Fuente Santa, de asombrosos poderes curativos; y transmitió al pastor el siguiente mensaje:

“Marcha pastor humilde al lugar de Pereña y di a sus devotos moradores, cómo en el cubo de medio del castillo hai un retrato mío, que le dexaron los christianos quando salieron oprimidos del rigor de los tiranos, y que es mi voluntad, que se coloque en medio de la plaza, que hace aquel elevado cerro, pues, es el sitio, donde estuvo antiguamente el templo, en donde me tributaron adoraciones.”

     El pueblo de Pereña de la Ribera encontró en el castro, quinientos años más tarde, en una pequeña cueva bajo el cubo del castillo, la imagen de Nuestra Señora, que había sido escondida durante el asedio de los árabes a Pereña de la Ribera en el siglo VII. Junto a ella se encontraron dos hachas encendidas y una piedra blanca a sus pies. Siglos después, construyéndose la actual ermita, el día 14 de mayo de 1.721, se rompió la piedra blanca encontrada junto a la Virgen y surgió de sus entrañas una hermosa y perfecta imagen de la Virgen del Castillo.

    

      La Casa del Ermitaño, anexa a la ermita, se construyó en 1.772 con la ayuda de los vecinos de la población, limosnas y ofrendas a la virgen. En ella vivía un ermitaño encargado de mantener la ermita y tener siempre encendida una lámpara de aceite.

     

     Los hallazgos encontrados confirman que el paraje estuvo poblado desde épocas anteriores a la construcción del castro, aunque fue durante la etapa vetona, en la Edad del Hierro, como ocurre en los muchos castros de la región –Bermellar, Saldeana, Yecla de Yeltes, Lumbrales, etc.- cuando el poblado se amuralló.

   

  De la ocupación romana del castro dan testimonio las estelas funerarias encontradas. Una de ellas puede verse, reutilizada, embutida en la pared de la Casa del Ermitaño -estela funeraria dedicada a Fausta y Placidina, muertas ambas a la edad de 60 años-

El Pozo de los Humos

     El Pozo de los Humos es un sorprendente enclave dentro del Parque Natural de los Arribes del Duero. Las aguas del río Uces, en su descenso hacia el río Duero, salvan un gran desnivel en este punto dando vida a una espectacular cascada de 50 metros de altura, y marcan el límite municipal entre las localidades de Pereña de la Ribera, que se encuentra en la margen derecha del río, y Masueco, en la margen izquierda.

     Miguel de Unamuno, asombrado por el agreste paraje que descubrió al ver la cascada del río Uces, escribió en su obra Por tierras de Portugal y España:

“… es una de las hermosas caídas de agua, ésta que puede verse entre aquellos adustos tajos. Divídese la cascada mayor en dos cuerpos, debido al saliente de la roca, y va a perderse en un remanso de donde surge el vapor de agua pulverizada por el golpe, que le ha valido al paraje el nombre de los Humos… ¡Los siglos de siglos que habrá necesitado el agua para excavar tales tajos y reducir semejantes cascadas!…”

     El saliente de roca al que alude Unamuno divide el torrente de agua en su caída en dos cuerpos o cascadas. Una recibe el nombre de Pozo de las Vacas, atribuido por la leyenda que habla del despeño, en ese punto, de un carro tirado por vacas que transportaba trigo a un molino próximo. Esta cascada discurre por la parte derecha de la otra, Pozo de los Humos, que da nombre a este conocido enclave.

 

     En las proximidades del Pozo de los Humos podemos ver también la modesta pero espectacular cascada del Regato de la Cribera, que surge de la penillanura y se despeña, aproximadamente 300 metros, por la empinada ladera del arribe hasta el río Uces.

domingo, 21 de junio de 2015

Colunga – Playa de la Isla - Playa de la Griega

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Características

  • Tipo: lineal
  • Dificultad: Baja
  • Señalización: buena
  • Sendero homologado: PR AS-134
  • Distancia: unos 5 kilómetros
  • Duración: una hora y media

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Es una senda muy agradecida para los sentidos,  el mar con sus acompasados sonidos tranquilizadores, ensenadas, acantilados, colorido, vista de la rasa con sus cultivos de maíz, huerta y pastos, matas de eucaliptos, higueras,  playas como la Isla, Espasa, Moracey, Morís, La Vega, pueblos de Caravia, Lastres colgando sobre el mar

La vista de la montaña, cercana al mar,  Sierra de El Sueve en su ladera norte, presidida por el Picu Pienzu, hace que el recorrido sea sumamente agradable y los bancos de madera por la senda facilitan el disfrutar del paisaje .

El concejo de Colunga se ubica en Asturias oriental en su extremo occidental y forma parte de la Comarca de la Sidra. Al inicio de la senda hay 5 paneles explicativos  dedicados a la elaboración de la sidra.

Se parte por el borde oeste de la playa senda PR-AS-196, pasando por el muro que limita la finca La Garita (año 1.953), se continua por la costa donde mesa y bancos, invitan a contemplar el paisaje de mar y montaña.

A unos 200 m. el camino tuerce hacia el interior, barrio El Barréu, topando una carretera asfaltada, con una fuente en la confluencia con el camino.

Hay que seguir por ella a mano derecha hasta unos 200 m. y una vez pasada la finca-chalet “El Tejo” hay unos contenedores (al menos cuando se realizó el recorrido),  saliendo a mano derecha  frente al Instituto Escolar Francisco Carrillo la pista asfaltada que a unos metros  se convierte en senda y nos lleva  a la orilla de la costa cerca  del entrante de La Huelga, el camino pasa por maizales,  zarzamoras, brezos, helechos, cardos, tojos. 

San Juan de Duz (Colunga-Asturias)

En La Raposera se observan eucaliptos y a lo largo del recorrido hay pinos, higueras, frutales aislados. Conforme se va hacia Huerres, los acantilados aumentan en altura y se divisa al fondo el pueblo de Lastres.

Hay que continuar la senda hasta encontrar un camino ancho en donde  seguimos de frente ( hay la opción de ir  a Huerres por el camino ancho hacia el oeste para llegar, en unos 500 m., al pueblo de Huerres donde se puede reponer fuerzas, a mitad del pueblo sale un camino apto para carrocetas y con bastante barro en tiempo de lluvia que a unos 50 m. hay que tomar el ramal este/ a la derecha subiendo hasta la parte alta de La Villeda, cota 130 m.),  y subimos hasta La Villeda, para después ir bajando  con fuerte pendiente, hay un cruce con una indicación a la derecha a Los Miradores (no tiene salida y se debe regresar), en la denominada Punta Penote.

Se continúa bajando  a la izquierda con vistas entre los eucaliptos de Lastres y el mar, se encuentra una desviación a la derecha que nos lleva a un mirador con paneles explicativos en donde vemos ignitas/huellas de dinosaurios (es un camino que no tiene salida) , se sigue después bajando hasta la playa La Griega en donde hay servicios de restaurante, cafetería, etc. en la margen izquierda del río Libardón, pero si queremos seguir la senda hay que ir por la margen derecha, por donde encontramos seis paneles que hacen referencia a los mitos asturianos, pasando por la Riestra, en donde encontramos una carretera asfaltada que nos lleva a mano izquierda a San Juan de Duz y Huerres, por donde regresamos a La Isla por el camino andado al principio.

A lo largo del recorrido podemos ver y/o escuchar a los pájaros como el petirrojo, jilgueros, carboneros, verderones, etc.

Yacimiento Jurásico de la Playa de la Griega

Uno de los yacimientos de huellas de dinosaurios más importantes y el primero en descubrirse, el de la Playa de La Griega, es mundialmente conocido por presentar las huellas de dinosaurio saurópodo más grandes del mundo. El acceso a la playa se realiza por la carretera AS-257, que une Lastres con Colunga, y muy cerca del desvio al Museo del Jurásico Asturiano - MUJA. El trayecto hacia las huellas comienza desde el cartel explicativo situado a la margen derecha del río Libardón, y lo realizaremos por un camino señalizado que nos llevará a la zona más oriental del yacimiento tras recorrer unos 650 m.

Al final de este camino se encuentra una especie de pequeño mirador situado justo encima de la zona 1 del yacimiento, lugar donde existe un bloque formado por diferentes estratos, atravesados por numerosas diaclasas que hacen que las huellas sean difíciles de observar, a lo que hemos de sumar la erosion originada por el oleaje al que se ven sometidas. El estrato superior, de caliza gris, perteneciente a la Formación Tereñes, tiene la superficie muy alterada por el gran número de huellas de dinosaurios que contiene; entre ellas se encuentran unas que alcanzan 1.30 m de diámetro, las mayores del mundo y que corresponden a un saurópodo de gran tamaño; tienen el borde abultado debido a la extrusión de barro producida en el momento de la pisada y que fosilizó junto con la huella. En el mismo estrato existe además un rastro de otro saurópodo de menor talla, de unos 5 m de longitud y formado por 8 icnitas, dos pertenecientes a las manos, y diversas icnitas tridáctilas creadas por dinosaurios terópodos más difíciles de diferenciar.

Caminando ahora por la arena nos dirigimos a la playa, donde, a 500 m de la zona anterior, encontramos un bloque suelto de arenisca roja de la Formación Vega (zona 2), que presenta dos contramoldes, uno del pie de un dinosaurio saurópodo, y el otro, con forma de media luna, de la mano; al estar en sentidos contrarios es difícil atribuirlas al mismo individuo.

viernes, 19 de junio de 2015

La Senda del Arcediano

http://recorrepicos.com/Mapas/Soto_Carombo_Jocica.JPG

 

De Oseja de Sajambre a Amieva

 

Longitud: 27,5 km.

Localización:

Oseja de Sajambre, Soto de Sajambre (León) y Amieva (Asturias).

Tiempo: 9 h 10 min.

Dificultad: Alta.

 

Otras Rutas senderistas desde Oseja de Sajambre

 

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La Senda del Arcediano atraviesa parte del Parque Nacional de los Picos de Europa, comienza en el Puerto del Pontón y une el valle de Sajambre con el municipio asturiano de Amieva. Es sin duda la más conocida, de las rutas que transcurren por el concejo de Amieva , zona lindera con Los Picos de Europa denominada Precornión.

          El camino no demuestra demasiada dificultad para el montañero, salvo la distancia. Por ello, puede hacerse en tres tramos o dos, dependiendo de las fuerzas del caminante.

    Tramo I Puerto del Pontón - Oseja de Sajambre (7,8 km)

    Tramo II Oseja de Sajambre - Soto de Sajambre (5,3 km)

    Tramo III Soto de Sajambre - La Portillera Beza (5,1 km)

    Robles, avellanos, fresnos y unas vistas admirables serán compañeros inseparables de viaje.    

    Oseja de Sajambre es capital del municipio de mismo nombre, pertenece a la provincia de León, ubicado al noroeste de la provincia, con una extensión de 73,31 kilómetros cuadrados, y una población de 312 habitantes (censo de 2012), y englobando las parroquias de Oseja, Pío, Ribota, Soto y Vierdes, todas ellas con el añadido de Sajambre y dista de Cangas de Onís 33 kilómetros. Soto de Sajambre, dista 4 kilómetros de Oseja, ubicado a una altitud de 930 metros, siendo conocido como el “jardín de las Peñas Santas”.

    Las montañas que se despliegan entre las tierras leonesas de Sajambre y las tierras asturianas de Amieva forman el espectacular escenario natural de un viejo camino, una de las más destacados “calzadas romanas” o “caminos reales” que unen ambos territorios, cuyos orígenes se remontan hasta los lejanos tiempos de la denominación romana.

    Fue un trazado utilizado por Roma para someter a cántabros y astures, también como ruta de romanización y utilizado durante la invasión musulmana; en el siglo X se denominó “vía Saliánica o sajambrina” y “carrera maiore (camino mayor o real)” y en la Edad Media fue paso obligado de arrieros, ruta de paso de viajeros y de transito de mercancías, por la que discurrían buena parte de los productos del oriente asturiano que se llevaban a venden a la meseta y por dónde se abastecía a la zona asturiana de productos que no existían en la misma, como el trigo o el vino. Fue paso obligado para la emigración estacional de los tejeros llaniscos hacia tierras leonesas y en el siglo XIII se conoció como “camín del Almagre” ya que por ella se enviaba el Almagre –pigmento rojizo obtenido del óxido de hierro- desde Labra (Cangas de Onís) a Segovia. El pigmento se utilizaba bastante en la cerámica

    Su nombre actual se debe a Don Pedro Díaz de Oseja, sajambrino de origen y Arcediano de Villaviciosa, quién consciente de la importancia de esta vía, dejo fijado en su testamento, fechado el 16 de febrero de 1655, que anualmente se pagasen veinte ducados de sus rentas en “aderezar la ruta, necesitada de pedreras, maderadas y puentes”. Con la finalización en el año 1886 del tramo de la carretera entre Cangas de Onís y el puerto del Pontón, a través del desfiladero de los Beyos, la senda perdió prácticamente su importancia y relevancia, a pesar de lo cuál se ha mantenido, estando marcada en la actualidad como sendero de gran recorrido (GR-201) que comunica el puerto del Pontón con Amieva y habiendo recibido en el año 2009, una partida de 250.000 euros para su reparación a través del “Plan estrategico para el estímulo de la economía y el empleo”.

    La travesía se inicia en Soto de Sajambre, localidad en el que destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Nieves, y el edificio de las escuelas publicas levantado en 1906 –como reza una placa en su entrada- gracias a las donaciones realizadas por el empresario Félix de Martino, oriundo de Soto, y su gran mecenas, con obras como la llegada de la electricidad, el lavadero o la carretera que lo comunica con Oseja, además de ser el promotor para recabar fondos entre los indianos para construir el edificio del Ayuntamiento de Oseja de Sajambre. El edificio de las escuelas se puede visitar y en Soto existe la “Asociación Félix de Martino” para la preservación y desarrollo del medio natural y cultural de la localidad.

    A la altura de las últimas casas de la localidad, y dejando a la derecha el río Agüera, arranca una buena y ancha pista que asciende hacia el norte con destino al cercano puerto de Beza, con varias bifurcaciones. Primeramente hay que escoger el primer cruce de caminos que surge a la izquierda, desechando el otro que va hacia Güembres y posteriormente otro a escasos metros también a la izquierda en el que se ubica un indicador de la senda, poco después un tercero en dónde hay que girar a la derecha, para ya seguir la ancha pista, comenzando a ganar altura entre un continuo serpenteo, con una perfecta divisoria de Soto a nuestros píes y comenzando a verse a nuestra izquierda la mole del pico Jario, hasta llegar a la riega de los Barrios (1120 metros) que se cruza por un puente de piedra.

    La senda continúa siempre en ascenso serpenteante permitiendo observar desde diferentes ópticas el pico Jurcueto (1596 metros) hasta las cabañas de la majada de Valdelosciegos (1200 metros), en la que se acaba la pista y desechando el camino de la derecha que continua hacia el puerto de Barcinera y Carombo.A la entrada de Valdelosciegos, se cruza un pequeño arroyo a la izquierda, y junto al camino se encuentra la fuente el Castiellu. Hay que tomar dirección hacia el oeste, bordeando la falda sur y noroeste del pico Jurcueto, atravesando la zona de pastos e internándose entre pasos de alta montaña y llegando a una nueva bifurcación, en el que hay que seguir el camino ascendente de la izquierda para llegar a coronar los Collaos (1400 metros), después de recorridos 3,4 kilómetros.Desde allí se debe continuar por el sendero de la derecha, rechazando la senda de la izquierda, atravesando por las revueltas del paraje de Posadorio y dejando a mano izquierda la majada de Pademones, con sus cabañas, fuente y abrevadero. El camino continua hasta alcanzar el collado de Beza, situado a los píes de los pronunciados murallones rocosos de la peña de mismo nombre, dónde se encuentra una buena fuente con abrevadero. A píes de la fuente hay que ascender monte arriba, por el camino de la izquierda y desechando la senda que va hacia la derecha, para acceder a los puertos de Beza (1495 metros).

    En el alto de los puertos, punto más alto de todo la travesía, el camino se encuentra con una portilla de hierro encajada en un muro, llamada “cruz de Tarambico” o “portilla de Tarambico”, que sirve como marcador de la divisoria provincial entre las tierras leonesas y asturianas, distante 5,2 kilómetros de Soto.

    El espectáculo desde este punto es grandioso, y viendo merece un descanso para disfrutar con las vistas de los verdes valles de Amieva y el frondoso bosque de Berezoso al frente, con Vegabaño hacia el este, el pico Valdepino y la vertiente de peña Beza (1963 metros) tajada por la empinada canal de Misa, Peñas de Cebolleda (1878 metros), Canto Cabronero (1998 metros) y al fondo los picos del Cornión, con La Conia (1654 metros) a la izquierda a la que se accede fácilmente desde allí a través de las lomas del Morrón y la Silla, para desde ella poder asomarse al desfiladero de los Beyos, y al norte el pico Valdepino (1878 metros) que luego se bordeara siguiendo los aledaños del río Toneyu.

    Una vez repuestos del descanso y del disfrute de las espectaculares vistas, se debe realizar una fuente pronunciada por tierras asturianas, encontrando en primer lugar una gran piedra con un mojón y una placa informativa del “buitre leonado” que habita por la zona, para alcanzar la majada del Toneyu (1355 metros), compuesta por tres cabañas y un corro en bastante buen estado, situada en una amplia pradería desplegada a mano izquierda del sendero, junto al pequeño arroyo llamado Toneyo o Conia, entre el porra de Valdepino (1774 metros) a la derecha y el pico Cabronero (1998 metros) a la izquierda.

    La senda, a veces empedrado, alternando cuestas y falsos llanos, desestimando una pequeña senda que se aleja del río Toneyu por la izquierda, que discurre a nuestra izquierda. Y así, tras esa breve marcha, pasando por la zona denominada la Batuca, se divisan abajo las cabañas de una segunda majada, llamada Sabugo o Saubu (1170 metros), distante 6,5 kilómetros de la salida. En la majada, con el macizo del Cornión al fondo, se levantan 5 cabañas, de las que 3 están en estado ruinoso, y una fuente, levantada en el año 1995. En ella antiguamente había una capilla y una alberguería fundada por el Arcediano D. Pedro Días de Oseja, de las que solo quedan una mínima parte de sus vetustos muros.

    A mano derecha de la majada, y a escasos metros del camino, se encuentra una cueva, llamada Cofria, de la que brota un buen chorro de agua y alberga una imagen en piedra de Nuestra Señora de Sabugo.El sendero que avanza tras las majada de Sabugo ofrece más comodidad y muchas menos dificultades pues no en vano conforma una senda bien marcada que hasta conserva el empedrado originario en varios tramos, empedrado que comienza en el campu Frade. De ese modo el camino va cruzando entre las verdes praderas, baja la atenta mirada al oriente de las altas cumbres del Cornión, con las enormes tajadas del mirador de Ordiales, se avanza junto a las laderas tapizadas por las frondas del bosque los Torno y ofreciendo hermosas panorámicas sobre el valle de Angón y el límite del Macizo Occidental de los Picos de Europa, para apenas a un kilómetro de la majada, las aguas del río Toneyu, desaguan en el río Dobra, en la zona conocida como Cantal, en cuyo valle se interna el camino.

    El camino en tramos empedrado, discurre por una zona de especial belleza, en la que se llega a la majada de Cueries, que queda abajo a la izquierda, con apenas tres cabañas en bastante mal estado, encontrado a píe de camino la fuente y el abrevadero de la Pandiella, que una vez superada permite el disfrute de la vista de las praderías que tapizan el extenso valle de Angón. La senda prácticamente empedrada, prosigue su descenso por las laderas que perfilan la vertiente izquierda del valle del Dobra, encontrando a la izquierda la fuente Jemelda, en el lugar de mismo nombre, y alcanzar la majada de les Valleyes, con apenas tres cabañas, en bastante buen estado.

    La senda atraviesa dicha majada para continuar, salvando un importante desnivel, su descenso por el valle del Dobra y apenas tras quinientos metros acceder al collado de Angón, (815 metros) justo después de cruzar por debajo de una línea de tendido eléctrico. Situado en un espectacular paraje sobre el valle de mismo nombre, constituye un lugar envidiable para contemplar la maravillosa escenografía natural del valle., y disfrutar de la panorámica sobre el Cornión y la zona en la que se ubica el mirador de Ordiales.

    En el collado de Angón comienza la bajada definitiva hasta el pueblo de Amieva. Allí hay una compleja encrucijada de pistas: un sendero surge por la izquierda y una pista baja de frente, procedente de la derecha de una central eléctrica emplazada en las aguas del río Dobra junto al puente de Restaño, y otra bifurcación va hacia el núcleo rural de San Román. El camino correcto atraviesa una portilla, para descender por una pista de cemento, que permite ganar en algo más de dos kilómetros, el pueblo de Amieva, debiendo seguir de frente, sin tomar ninguna de las pistas complementarias de las varias que surgen hasta el final.

    La llegada a la localidad de mismo nombre que el concejo, ubicada a 600 metros, se realiza por su parte alta, para serpentear en descenso por sus estrechas calles y concluir en la iglesia de San Juan, en su parte más baja, tras realizar una excursión de una longitud de 15,300 kilómetros, en el que se invierte un tiempo neto de 5 horas y 25 minutos, con un desnivel de ascenso de 565 metros y de 895 de descenso.

    San Juan esta documentado ya en 1613, pero que es el resultado de múltiples reformas, con planta rectangular, cabecera cuadrada, contrafuertes reforzando los muros, sillares regulares, espadaña y puertas y ventanas adinteladas y en cuya plaza existente una fuente, dónde se pone punto final a la excursión.

    Amieva es un pequeño concejo, que cuenta con una superficie de 113,90 kilómetros cuadrados, y una población de 803 habitantes (censo de 2012), que limita al norte con Parres, al este con Cangas de Onís, al oeste con Ponga y al sur con Posada de Valdeón y Oseja de Sajambre, pertenecientes a León. Su capital es Sames, de la que la localidad de Amieva dista 13 kilómetros, y esta compuesta por cinco parroquias: Amieva, Argolibio, Mián, San Romásn y Sebarga, y forma parte del Parque Nacional de los Picos de Europa, con una aportación de 4.000 hectáreas

    jueves, 18 de junio de 2015

    De Coladilla a Valporquero

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    Características
    • Dificultad:Baja. (Temperatura 8 mínima, 14 máxima).
    • Punto de partida: Coladilla, centro de la población.
    • Distancia recorrida: 11 kilómetros.
    • Altitud de Coladilla 1.120 metros.
    • Altitud de Valporquero: 1.380 metros


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         Valporquero atesora un espectacular mundo subterráneo de cuevas y galerías, fruto de la erosión kárstica de la caliza. La cueva de Valporquero es uno de los mejores ejemplos de este trabajo de disolución Resultado de imagen de iglesia de coladillade la masa calcárea de toda la Cantábrica Leonesa. La contemplación “in situ” de este fenómeno geológico bien merece una visita a la cueva, antes o después de iniciar esta ruta, que nos llevará también por algún ramal del camino de San Salvador.

          Iniciamos el trayecto en la localidad de Coladilla donde se conservan algunos restos del ramal del camino de San Salvador a Oviedo, como lo demuestran las conchas  jacobeas  labradas en su  iglesia  románica del s.XII. Desde allí nos dirigimos  por una vega desde la que se alcanzan los puertos de Valle de Vegacervera, un vasto territorio ocupado por pastizales naturales tradicionalmente aprovechados a diente por los ganados. El abandono de estos puertos y de El Valle, está potenciando su ocupación por matorrales como aulagas y escobas.

    La roca caliza aflora por doquier, siendo abundantes las cuevas y sobre todo las dolinas que, a modo de embudos, captan el agua superficial conduciéndola a la intrincada red de canales, simas y galerías subterráneas. En el dominio de la caliza, las orquídeas y los enebros rastreros se hacen los protagonistas de paisaje. La ruta avanza regresando nuevamente a Valporquero descendiendo hasta cruzar el Arroyo de Valporquero, el mismo que unos metros más allá se sume en las entrañas de la cueva, para resurgir en una espectacular caída y alimentar con sus aguas frías y claras el cauce del Torío.

    domingo, 11 de enero de 2015

    El Cabaco - Monsagro

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    Características :

                     Dificultad media
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         Situado al sur de Salamanca,  en el Parque Natural Las Batuecas – Sierra de Francia-  El Cabaco alude a excavaciones realizadas por los romanos en la explotación minera del oro de la falda meridional de la Peña de Francia. De esta actividad quedan huellas en el paisaje en forma de grandes surcos denominados cavenes o en los restos de un poblado romano. Para conocer y comprender la importancia de esta actividad se ha creado el Centro de Interpretación Las Cavenes. Además cuenta con otros centros de gran interés como la emblemática Peña de Francia, el monasterio de Porta Coeli en  El Zarzoso, el área recreativa la dehesa, el poblado romano de “Fuente la Mora” (siglos I-II d.C.) y otros motivos de interés.

      

         Se inicia el sendero en la carretera que va a El Maíllo, entre las últimas casas del pueblo y el área recreativa “La Dehesa”. Siguiendo la pista forestal entre frondosa vegetación se llega a un claro, a nuestra izquierda, donde se encuentran los restos de un asentamiento romano descubierto hace pocos años, aquí se conservan los cimientos de las edificaciones; si queremos refrescarnos podemos hacerlo en la fuente “La Mora”, a escasos 200 m. a la izquierda del cruce de pistas. Siguiendo el sendero dejamos a la derecha un pequeño embalse de riego y a la izquierda un pinar, más adelante encontramos una pequeña fuente y más restos de actividades mineras romanas restauradas. Una vez cruzada la carretera empieza la ascensión, cada vez más pronunciada, hacia la Peña de Francia, objetivo final de la ruta; tras dejar la pista que seguíamos entramos en el tramo de sendero que asciende entre robledales y brezales, observando ya, en los últimos claros, un primer plano de la Peña de Francia antes de adentrarnos en los robledales de ladera que nos desembocan en el sendero GR-10, ya en una zona alta de La Peña. A partir de este punto el camino se encuentra empedrado y la vegetación dominante se torna en piornos y algunos arbolillos como el serbal de cazadores, típicos ya de la alta montaña, también destacan las pedreras formadas por la erosión de la roca cuarcítica de las crestas. Continuamos por el viacrucis, ya en el último tramo de subida se puede observar con relativa facilidad la cabra montés.

     

         En el Paso de los Lobos, a 1500 m de altura, se sitúa un mirador desde donde alcanzamos a divisar, hacia un lado el valle del río Agadón, en el que se ubica el pueblo de Monsagro, capital municipal. El valle queda protegido por la Sierra de Francia, cuya cima más alta es el Pico Hastiala (1735 m). Enfrente, el Pico Mingorro o Mesa del Francés (1641 m) nos muestra su cima más plana, con aspecto de mesa. Hacia el otro lado, más lejos, divisamos las cumbres nevadas de la Sierra de Candelario-Béjar, con alturas que superan los 2000 m.


         Un panel nos informa que este lugar es divisoria de aguas entre las cuencas del Duero y del Tajo. Y una encrucijada de caminos, antiguamente lugar de paso de manadas de lobos.